jueves, 7 de julio de 2022

RECUERDOS DE UNA VIDA


Cada uno tiene su historia de vida, yo quiero compartir con vosotros la mía.

Nací en 1966 en una familia trabajadora y que tuvo que salir de su pueblo para buscarse la vida, trabajando lejos de sus raíces.

Cuando tenía nueve años mi familia volvió a su pueblo, pero yo me sentía extraño, no estaba en el ambiente donde me había criado.

Además, en aquella época los padres no tenían tiempo para pasar horas con los hijos (me rio de la conciliación familiar jajaja), había que trabajar para sobrevivir.

Un verano aparecieron un grupo de seminaristas por allí, jugaban con los chavales (yo era uno de ellos) y llevaban un aire nuevo que a mí me atrapó.

¿Por qué no metemos al niño en el seminario y le proporcionamos una formación? Les propusieron los responsables a mis padres.

En septiembre de 1978 subía unas escaleras que para mí eran inmensas, en un edificio inmenso de piedra de Villamayor, y cuando llegaba arriba había un señor muy moreno, muy feo y chiquitito, sentado en el suelo, y que nos dijo: Buenos días, Soy Antonio, el educador de su hijo. Yo estaba asustado…me sacan de casa, me traen a un sitio extraño, y un señor feísimo me dice que es quien va a estar conmigo, menuda papeleta.

Sin comerlo ni beberlo, comienzo a convivir con un montón de gente que viene de distintos pueblos en el seminario, de distintos barrios en el Rodríguez Fabrés y en el Torres Villarroel, chicos, chicas, chiques, transeúntes, alcohólicos, drogadictos, monjas, curas, pero que seminario es éste.

Para colmo además de las clases, la limpieza diaria, los turnos de servicio de comedor, las oraciones de la mañana y noche, las misas de la tarde (solo iba lo miércoles que era de comunidad jajaja), nos ponen otras cosas: Escuela de la Vida y estudio del Evangelio. No entiendo nada. (LO ENTIENDO AHORA, CINCUENTA AÑOS DESPUÉS)

En este ambiente transcurre mi niñez y adolescencia (con todo lo que eso conlleva) y van pasando los años, y aquel señor moreno, feo y chiquitito estuvo conmigo para lo bueno y para lo malo.

Como complemento a nuestra formación salíamos a los distintos barrios de Salamanca para participar en catequesis, grupos de niños y jóvenes... y yo seguí al señor moreno y chiquito a un barrio que estaba lejos, de casitas bajas y de gente humilde y trabajadora que salieron de sus pueblos en busca de una vida mejor y que construyeron un sitio donde nada sobraba, pero todos aportaban su grano de arena para formar un barrio con mucha vida.


Allí me sentí acogido y querido, y marcó el resto de mi vida de una forma muy importante.

Junto a Antonio conocí a la gente del barrio, sus familias, sus mayores, sus jóvenes, sus niños, y a otra mucha gente que como yo fue pasando por una casa abierta a todos, donde se vivía por y para los demás, sin importar la hora o el día de la semana. Donde se cuidaba el proceso vital de cada uno de los que estábamos allí y donde todos recibían y aportaban algo, siempre con la idea de construir, pero alguien siempre iba por delante, marcando el camino no con leyes sino con su vida: Antonio Romo

Junto a Antonio conocí el amor incondicional hacia los demás, y también el amor de pareja y la construcción de un proyecto de vida en común con la creación de una familia, asentada en los valores vividos durante tantos años.

En todos los momentos importantes de mi vida Antonio ha estado junto a mí, de forma presencial en muchos, y de forma espiritual en muchos otros, y lo bueno es que sigue estando.


Estoy convencido que, si Antonio no hubiera estado sentado en aquella escalera del seminario, mi vida hubiera discurrido de otra forma, ni mejor ni peor, nunca lo sabré. Pero lo que sí sé es que desde aquel día y hasta hoy, ha sido la referencia de un padre bueno, que siempre está ahí sin decir nada, pero diciéndolo todo con su ejemplo de vida, sus risas, sus cabreos, sus gestos.

No quiero darte las gracias, porque sé que no las necesitas. Se que en todo momento actuaste como lo que eres. Un Hombre Bueno.


Hasta mañana Antonio. Que descanses.

                                                                     Ramón

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