sábado, 11 de abril de 2020

Historia de Puente Ladrillo



De la hoguera habría de salir el hombre nuevo

En el año 1964 se celebró por primera vez "la quema del hombre viejo", un rito nuevo que entró a formar parte de la Semana Santa del barrio de Puente del Ladrillo. Heliodoro Morales hizo un relato de la primera vez que se realizó.

En realidad el impulsor de dicho rito fue don Eduardo Arnau, sacerdote que realizaba su labor pastoral, junto a don Heliodoro Morales, en Alto del Rollo y en el Puente Ladrillo.
Los chavales del barrio construían el "hombre viejo" con ropaje vieja que rellenaban de paja. Terminada la tarea era colocado el "hombre viejo" sobre una silla y ésta se ataba en lo alto de un poste hincado en la tierra. Alrededor del mismo se ponían todo lo "viejo" que sobraba en las casas.
Todo se preparaba antes de celebrar la Vigilia Pascual, el Sábado Santo. Una vez concluida la celebración cristiana, el "pueblo" se dirigía al lugar con la pica del "hombre viejo". Con un estricto ceremonial se encendía la hoguera. las llamas daban buena cuenta del "hombre viejo que se resistía en su trono a ser destruido por las llamas. Cuando caía del todo, los asistentes rompían en cánticos , alzando los brazos como señal de que comenzaba lo "nuevo". El jolgorio popular se alargaba danzando y saltando sobre los rescoldos de la hoguera.

La tradición se mantuvo hasta finales del siglo XX.

Con motivo de la "quema del hombre viejo" , en el año 1990 algunos vecinos del barrio escribieron:

..... Nuestra única pretensión (siguiendo la línea habitual) era la de ofrecer nuevos cauces y formas a nuestra gente, aportar a todo el engranaje de la Semana Santa dimensiones integradoras, es decir, completar el sentido religioso con una dinámica educativa, cultural, comunitaria... Nos interesa la persona, con todos sus valores y posibilidades. Es por esto por lo que no nos conformamos con lo impuesto culturalmente. Y éste es el mismo móvil que nos permite no quedarnos en una crítica neutral y pasiva de lo que existe, sino en apostar porque entre nosotros florezca lo nuevo.
Y desde esta visión personalista no podemos negar la tradición ni las tradiciones. Pero lo que sí podemos hacer legítimamente es humanizar tales reseñas del pasado. Y humanizarlas significa hacerlas propias del hombre, no de cualquiera, sino del hombre concreto, del hombre real, del ser humano de Puente del Ladrillo, que hoy , aprendiendo del ayer, continúa luchando por su dignidad y soñando con un mundo mejor.....


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