Terminamos el día sabiendo que muchas veces en nuestro camino no vemos el Sol, no vemos la Luz , todo es cuesta arriba; piedras, zarzas y cruces aparecen a cada paso. Sin embargo, si somos capaces de ver nuestra sombra proyectada sobre cada obstáculo, es seguro que esa gran Luz está detrás de nosotros.
Y cuando lleguemos a lo alto, al calvario y por fin miremos alrededor, justo en ese instante todo tendrá sentido, sentiremos el calor de esa Luz en nuestro rostro y su presencia en cada hierba, en cada aroma, en cada persona, en cada nube...
Entonces nuestro corazón se serenará sabiendo que después de cada atardecer, hay un gran silencio seguido de un nuevo amanecer que nos dejará ver todo aquello que estaba escondido bajo la oscuridad nocturna.
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