DOÑA TERE MONTÓ EL BELÉN
Doña Tere fue una vecina
que desempeñó en las décadas de los 50 y 60 la tarea de enseñar las primeras
letras y los números a los niños y niñas del poblado de Puente de Ladrillo. No
había sueldo, todo era voluntario y todo era amor. Posiblemente haya sido uno
de los mayores logros de una comunidad olvidada por las Instituciones públicas
y privadas. En un capítulo aparte desarrollaremos las aportaciones que hizo
doña Tere a la formación del PUENTE DE LADRILLO.
Por aquellos años la Navidad comenzaba
con el sorteo de Navidad, es decir, al día siguiente de su celebración que era
cuando se comprobaban las escasas participaciones que los vecinos habían
adquirido, sobre todo, en el kiosco de la estación del ferrocarril. Unas
papeletas muy grandes de tamaño, de grueso papel, de opacos colores y con los
números impresos manualmente en cada una de ellas.
Hay que montar el belén, decía doña
Tere a sus “chicos y chicas”. El ejército
de pequeños, alborozados por la noticia, proponían las tareas que habían de
realizarse. Unos tendrían que ir a buscar escorias que sacaban los limpiadores
de las calderas de las máquinas del tren, otros irían a buscar musgo en las
laderas de las trincheras de las vías del tren y otros se encargarían de llevar
arena y algunas piedras pequeñas. Al final de la mañana ya estaban todos los
materiales en la habitación que se utilizaba como aula. Con tablas y puertas
viejas se construía rápidamente una tarima. El musgo, las escorias y la arena
la cubría. Cada uno de los niños proponía dónde poner el portal, las “casas”,
el puente, el rio, los reyes y demás objetos decorativos. Las figuritas eran,
en su mayoría de doña Tere, aunque había algún niño que aportaba las suyas. A
la hora de la merienda el belén ya estaba montado. Por indicación de doña Tere
lo primero que debíamos hacer, concluida la tarea, era cantar unos villancicos.
El belén de doña Tere era un poco de
todos. Sus figuritas eran sencillas, de barro y con pocos detalles
escultóricos. Las casas y el portal eran de escorias ferroviarias, como las
casas de Puente Ladrillo construidas con las piedras de la construcción del
ferrocarril. Los puentes se hacían con pequeños trozos de cartón de las cajas
de zapato y se intentaba que se pareciese al puente existente en el barrio,
cuestión que no conseguían las manos de los niños. La casa de doña Tere, al
igual que en el resto del vecindario, la puerta de la “calle” estaba tanto de
día como de noche abierta., por lo que era fácil entrar a visitar el excelente montaje
helenístico que había montado doña Tere y sus “niños”. Durante bastantes años
se mantuvo esta tradición en el barrio.
El “belén de doña Tere” sirvió de
motivación en muchos niños para construirse sus propios belenes. Dicha
actividad infantil tuvo en la década de los 60 un reconocimiento a nivel de
ciudad obteniendo un segundo puesto en el concurso de belenes. Éxito que fue
compartido por todos los niños y niñas de “la escuela” de doña Tere, ya que el
premio conseguido fue bolsas de varios kilos de caramelos y otras chucherías.
Lamentablemente las figuras, de gran
tamaño y valor escultórico, que se adquirieron en la Iglesia de Santa María por
don Heliodoro Morales, a petición de doña Tere, fueron desapareciendo poco a
poco hasta que en la década de los ochenta ya no quedaba ninguna.
En años posteriores, con motivo de un
premio de la ONCE, varias mujeres donaron dinero para adquirir imágenes para el
belén de la Iglesia. Se adquirieron, de varios tamaños, las figuras del
Misterio y los Reyes Magos.
La escasez de recursos económicos no
fue hándicap para hacer una de las manifestaciones artísticas más creativas de
la historia de Puente de Ladrillo: el” belén de doña Tere”. La imaginación
infantil compensaba con creces todas las
dificultades.
Grupo “Escuela Abierta”.
Hª de Puente Ladrillo
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